

Su pase a Las Fuerzas del Cielo no estuvo exento del reproche de antiguos colegas amarillos a través de las redes sociales oficiales del partido: "Hoy, al darle la espalda a aquellos que la votaron y creyeron en ella, deja atrás una parte muy grande de su reputación, tal vez toda".
La exjefa del PRO estuvo escoltada durante todo el acto por dirigencia de su confianza, que también la acompañaron durante su frustrada candidatura a la presidencia: el legislador porteño Juan Pablo Arenaza, el titular de la ANMAC, el platense Juan Pablo Allan y el director de Control de Fronteras e Hidrovías, el matancero Gustavo Ferragut, entre otras figuras del bullrichismo. Llamó la atención la presencia de Ezequiel Daglio, que se desempeña en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Más allá de los cruces digitales entre bullrichistas y macristas en las redes, la ministra avisó seguirá amalgamando las recorridas de campaña junto a Adorni con sus trabajos propios de la gestión, de cara a los comicios porteños del 18M. De hecho, sus voceros hicieron una convocatoria de prensa para este miércoles para la presentación oficial del "*910", una herramienta que lanzará Bullrich desde su cartera para denunciar y bloquear teléfonos celulares robados.
La ministra Patricia Bullrich selló así su enésimo cambio de camiseta: la ex presidenta del PRO aceptó el convite de Javier Milei y Mauricio Macri para sumarse a La Libertad Avanza. El acuerdo, cocinado en una reunión “secreta”, blanqueó la nueva alianza y refrendó la voracidad de una dirigente que convirtió el pase partidario en estrategia de supervivencia.
Su primera militancia tomó forma en los setenta, cuando la aristocrática heredera del clan Bullrich ingresó a la Juventud Peronista atraída por la relación de su hermana Julieta con Rodolfo Galimberti. Ese vínculo la empujó a Montoneros y, más tarde, al exilio en Brasil y España durante la dictadura. Ya en democracia agitó con megáfono el acto del “Plan de Guerra” de Raúl Alfonsín en 1985 y empapeló la Ciudad con la consigna “Nueve años de dictadura”.
Bullrich ingresó en el menemismo en 1989 y festejó el histórico triunfo peronista en la Capital al asumir como diputada en 1993. Cuatro años después cortó amarras, fundó Unión por Todos y recaló en la Alianza UCR‑Frepaso: primero como secretaria de Política Criminal, luego como ministra de Trabajo, donde impuso el recorte del 13 % a estatales y jubilados antes del colapso de 2001.
Tras quedar cuarta en la elección porteña de 2003 junto a Ricardo López Murphy, se recostó en Elisa Carrió y consiguió volver al Congreso en 2007 con la Coalición Cívica. Desde allí motorizó el Grupo A contra el kirchnerismo, pero ya exploraba el desembarco en el PRO: en 2011 bajó su lista en Vicente López para allanarle la victoria a Jorge Macri y, en adelante, se convirtió en cuadro clave del macrismo.
Como ministra de Seguridad de Mauricio Macri, defendió la “doctrina Chocobar”, las pistolas Taser y el operativo que derivó en las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Tras la derrota de 2019 quedó al frente del PRO y lanzó su fallida candidatura presidencial.