

Distintos dirigentes y agrupaciones denuncian diversos amedrentamientos que incluyen fotos sacadas de prepo por los efectivos de las fuerzas, pedidos de datos de todo tipo, freno a los micros que se movilizan y retenes en los ingresos a la Ciudad de Buenos Aires para entorpecer la llegada de la ciudadanía al centro porteño. Incluso llegaron a parar un colectivo que llevaba niños y nada tenía que ver con la jornada de reclamos: iban a una visita escolar al Planetario.
“En muchos casos se quedaron con el listado de los compañeros que están en el micro”, describe el posteo de la organización liderada por Máximo Kirchner y detallan que piden el DNI, sacan fotos, palpan a todos y revisan las pertenencias.
Myriam Bregman también señaló las intimidaciones del gobierno nacional. “Jueces y fiscales que cobran miles de pesos: ¿no hay uno que se anime a decir ya mismo que Bullrich no puede estar requisando hasta los colectivos con niños y niñas?”, sostuvo la referenta del FIT-U y del PTS. En Constitución, por ejemplo, también se registran “controles de rutina”, como dicen desde el gobierno y el operativo diseñado por Bullrich.
Como en las últimas marchas, la Red Federal por la Defensa de los DDHH y la Democracia lleva adelante una Guardia Jurídica. Tienen una serie de recomendaciones para movilizarse en las calles y, a la vez, piden comunicarse con cualquiera de los espacios que la integran en caso de ser víctimas de la represión. «¡En las calles nos cuidamos entre todxs!», señalan.
Uno de los epicentros de los controles policiales que hostigan a los manifestantes es la autopista Ricchieri, una de las vías que conecta distintos puntos del conurbano bonaerense y del interior de la provincia, con la Ciudad de Buenos Aires.
los agentes de las distintas fuerzas preferidas de la ministra Patricia Bullrich controlan y hasta ingresan a los micros en búsqueda de cualquier elemento que pueda incriminar, de modo tal que el vehículo quede demorado y hasta secuestrado con sus pasajeros a la deriva.
Los operativos no los realizan inspectores de tránsito ni personal dedicado a esos menesteres. Son todos policías o gendarmes rasos que suben a los micros en grupos de ocho o diez, entorpeciendo su propio desplazamiento por el interior del vehículo y sin dar garantías de que puedan manipular la escena.
En el marco de esos procedimientos, decenas de personas son bajadas y obligadas a esperar a la vera de las rutas. A varias se les exige que expliquen su destino, mientras los choferes deben exhibir la documentación y los permisos, como nunca antes en ningún control turístico o viaje de rutina