

La revista digital Bordes de la Universidad nacional de José C Paz publica una serie de escritos de reconocidas figuras de la institución que rinden homenaje al historiador paceño Alberto Julio Fernández. Un homenaje colectivo donde sobresale el emotivo y sincero reconocimiento a uno de los pioneros en la fundación de UNPAZ. La puesta en valor del legado de Alberto Fernández resulta imprescindible por su dedicada y amorosa tarea para José C Paz: su labor tuvo un objetivo claro y consecuente por la identidad paceña basada en la preservación de la memoria de un pueblo y su gente y que él mismo contribuyó a construir.
Mauro Benente (Director de IIEE/UNPAZ) y Sebastián Russo Bautista (Docente e Investigador) en parte de su introducción a los distintos escritos dicen: “Los textos aquí reunidos destacan acciones, intervenciones y miradas que, si bien surgen de la emoción del recuerdo de una persona querida, buscan trascenderla en pos de abrevar en un legado, una herencia a mantener viva”.
“Forman parte de este homenaje (por orden de envío) Silvia Storino, Federico Thea, Mauro Benente, Ernesto Mattos, Sofía Airala, Jorge Cortez. Sebastian Russo Bautista, Victoria Pirrota, Vicky Gurrieri, Ricardo Esquivel, Gabriel Lerman, Paula Arcuri, Juan Ciucci, Pablo Gullino, Celeste Falón, César Bellatti, Aldana Rago, Darío Kusinsky, Fernando Fiorenze y muchxs más que aun sin haber llegado a delinear un texto, por distintas razones que incluyen la conmoción, acompañan de algún modo en la estela y constelación que Alberto generó. Lo que hace que una convocatoria de este tipo no puede menos que seguir abierta y encontrar las formas de expresión que el amor, el compromiso y el deseo de mantener viva la memoria de Alberto así lo decida.”
El siguiente texto pertenece al Rector de la UNPAZ Darío Kusinsky
Los recuerdos se me amontonan. La emoción me los nubla. Se mezclan, irrumpen intempestivamente.
El 14 de julio le escribí, le pregunté si nos podíamos ver en algún momento. Me contestó enseguida (siempre lo hacía) y me contó que tenía una semana ocupada con visitas en el museo. Sus amadas visitas. Le dije que me avisara cuando disponía de un rato de tiempo para vernos. Estaba realmente muy ocupado con sus encuentros con los chicos y las chicas de las escuelas de José C. Paz en su querido Museo, y recién pudimos coordinar para el lunes siguiente al mediodía.
Ese lunes llegó puntual, como siempre. Traía su boina. Estaba un poco congestionado por el frio, pero estaba contento. Después de preguntarme por mi hija y mi hermano Alex, al que quería mucho, nos pusimos a conversar. Hacía un tiempo que no nos veíamos, me contó de su último viaje. Estaba impresionado con los lugares que conoció en China. Me contó también que planificaba otro para el año que viene. Quería, junto con una prima, visitar el pueblo de su abuela y reconstruir una parte de la historia familiar. No me llamó la atención su inquietud. Me contó exactamente todo lo que había pasado con ella en el pueblo y por qué querían ir. Tenía buena memoria, y me pareció normal que un historiador de su talla quisiera reconstruir su propia historia.
Sabía mucho de la historia de José C. Paz. Me contó que había estado con algunos integrantes de la familia Altube y que fueron hasta el Mirador Altube, que está cerca de la nueva Facultad de Ciencia y Tecnología.
Lo recuerdo con mucha fortaleza pero con una gran sensibilidad. Muchas de nuestras charlas tenían un momento en el que sus ojos se llenaban de lágrimas casi automáticamente cuando, en ocasión de contarme sobre algún vecino enfermo o que había tenido un problema, recordaba una anécdota de su juventud, de su niñez, el barrio o a algún pariente de ese vecino que también conocía. Su conocimiento sobre el pueblo de José C. Paz abarcaba casi siempre a tres generaciones: el padre/madre, la hija/o y los nietos/as. También se emocionaba cuando contaba algunos de los hechos relevantes para la historia de José C. Paz. Los que eran sobre el Museo y la Universidad se llevaban los momentos de emoción más profundos. Era alguien especial (mientras escribo no puedo aceptar el relato en pasado), tenía una capacidad inigualable para transmitir amor por el pueblo.
A mí me ayudó mucho en los comienzos. Se preocupaba y ocupaba de que fuéramos conociendo a distintas personas e instituciones, y se tomaba el tiempo de explicarme la importancia de cada institución y de sus integrantes. Siempre desde un lado amoroso y desinteresado. La UNPAZ le debe mucho a Alberto, le debe su profunda integración con la comunidad. Le debe el registro de su propia historia institucional, que él se ocupaba de contar, empezando siempre por relatar el hecho de que Mario (Ishii) empezó a soñar la universidad mucho antes de que obtuviera la ley de creación y que la comenzó a construir con fondos municipales y con trabajadores municipales.
Me acuerdo el día que me invitó a una reunión con las señoras que se ocupaban del Museo, allá por el 2015, tomamos un té. Federico (Thea) era el primer rector electo de la Universidad y Alberto era el Secretario de Vinculación con la Comunidad y Extensión Universitaria, y había querido que nos conociéramos con las vecinas que compartían su misma vocación por la historia y el trabajo por el mantenimiento de la memoria del pueblo. Recuerdo que conversamos sobre la importancia del Museo como institución de la cultura y la educación local y, ya en esa época, había surgido la idea de que la universidad y el museo pudieran trabajar juntos y progresivamente se fueran uniendo en distintas líneas de trabajo, como sucede en otras universidades que tienen sus museos universitarios. Una idea que se mantuvo a lo largo de los años y que permitió que muchas actividades se realicen allí. Hace muy poco, este año, compartimos allí la presentación del Atlas Visual Paceño, junto a profesores y estudiantes de la Licenciatura en Gestión y Producción Audiovisual. Recuerdo que ese día antes de empezar charlamos un rato y me mostró la foto y la placa de reconocimiento que le dimos el día del merecido reconocimiento a su trabajo en la UNPAZ. La exhibía orgulloso, la tenía ahí, sobre una repisa para que todos la pudieran ver.
También me acuerdo el día que vino a mi oficina y me contó que había decidido jubilarse. Lleno de lágrimas, emocionado, me dijo que estaba listo para dejar de trabajar y disfrutar de su tiempo para descansar. Un descanso que él y yo sabíamos que no iba a llegar porque dedicaría todo su tiempo a su amado Museo. Y sobre eso también me habló en nuestra “reunión de despedida”, de la cantidad enorme de visitas que había recibido este año y el año pasado. Lo conocían todos en las escuelas, le escribían para pedirle un rato para poder ir con los estudiantes,
Cuando terminamos la reunión del lunes 21 de julio de 2025, le pregunté si quería acompañarme a la apertura de la colonia de vacaciones de invierno de la universidad. Era la primera vez que se habían organizado en forma conjunta entre la Secretaría de Extensión y la carrera del Profesorado Universitario de Educación Física. Cuando cruzamos la calle, pasamos por el escudo de José C. Paz que luce como una escarapela en el pecho del edificio del entonces Centro de Estudios Municipales. Me retó por uno de los colores del escudo. Frenó la caminata y me dijo: “¿ves ese color de la parte de abajo del escudo? ¡Está mal! Voy a revisar el dibujo que tengo en el Museo del escudo original y te aviso para que lo cambien”.
Siempre me retaba. Yo le decía que si no me retaba cada vez que nos veíamos, faltaba algo y después nos reíamos. Voy a extrañar esos retos, que eran una forma amorosa de mostrarnos su mirada para moldear los contornos de muchas decisiones que se fueron tomando en la universidad.
Gracias Albert. Gracias por todo lo que nos enseñaste, por todo el tiempo de tu tiempo que nos dedicaste. Por contener a Alex en tu hombro cuando tuvimos la última asamblea de elecciones. Gracias por enseñarnos sobre José C. Paz, por tu lucha por la universidad pública, ¡cuántas marchas juntos! Gracias por tu paciencia, por no perder nunca tu don de buena persona. Gracias por formarnos.
Vamos a honrar tu legado en la UNPAZ y cuando dentro de 100 años un/a joven estudiante de la UNPAZ recorra alguno de los documentos del consejo superior y se cruce con tus intervenciones o te vea en algún video de youtube, va a entender porque la Universidad Nacional de José C. Paz siempre te abraza, te abre las puertas y te recibe como si llegaras a tu casa. Deseo que donde estés, puedas leer esta publicación que está dedicada a vos y pensada para reconstruir algo de tu obra.
NOTA:
Desde www.diarioaprimerahora.com.ar acompañamos la propuesta de "mantener viva la memoria de Alberto" e iremos reprduciendo cada homenaje de quienes hoy ya son parte del legado del historiador paceño