El Pontífice aterrizó poco antes de las 15.40 (hora local) en el Aeropuerto Internacional Rafic Hariri de Beirut, donde se lo esperaba con honores militares en presencia de numerosas autoridades religiosas y políticas del Líbano.
Pese a las fuertes lluvias que se registran este domingo en la capital libanesa, algunas personas se congregaron en los alrededores del aeródromo para darle la bienvenida.
Un grupo de bailarines tradicionales le recibió en la entrada del palacio presidencial. Grupos juveniles afiliados a Hezbolá esperaron para dar la bienvenida al papa a lo largo de la carretera en los suburbios del sur de Beirut, donde los militantes respaldados por Irán tienen influencia y donde aparecieron carteles del jefe asesinado Hassan Nasrallah junto a vallas publicitarias que daban la bienvenida al pontífice.
Según la agenda oficial, León XIV se dirigirá directamente al Palacio Presidencial a las afueras de la ciudad, donde mantendrá un encuentro con el jefe de Estado libanés, Joseph Aoun.
Luego, el papa tendrá reuniones con el primer ministro, Nawaf Salam, y el jefe del Parlamento, Nabih Berri.
El segundo y tercer día a de su estancia en el Líbano incluirán una visita a la tumba del santo maronita más conocido del país, San Charbel, en Annaya; un encuentro ecuménico interreligioso en el centro de la capital y una misa multitudinaria en la que se esperan más de 100.000 personas.
Antes de llegar Beirut, el papa realizó una visita a Turquía de tres días, en la que realizó una peregrinación a los sitios donde se celebró el primer Concilio ecuménico de la historia de la Iglesia.
Antes de abandonar el país para partir rumbo al Líbano, el Pontífice participó en una solemne Divina Liturgia en la Catedral Patriarcal de San Jorge en Estambul, donde exhortó a todos los cristianos a comprometerse con la unidad y a considerarse siempre como hermanos.
“Ha habido muchos malentendidos e incluso conflictos entre cristianos de distintas Iglesias en el pasado, y aún sigue habiendo obstáculos que nos impiden estar en plena comunión, es crucial que no debemos retroceder en el compromiso por la unidad y no podemos dejar de considerarnos hermanos y hermanas en Cristo y de amarnos como tales", indicó.
Durante la liturgia, el Papa recordó además el gesto histórico que dio inicio a un camino de paz, diálogo y unidad entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa: hace 60 años, Pablo VI y el Patriarca Atenágoras decidieron “borrar de la memoria de la Iglesia las ex comuniones mutuas del año 1054”, las cuales habían dividido a ambas comunidades, dijo.
En ese sentido, agregó: “Hoy estamos llamados a comprometernos más hacia la restauración de la plena comunión”.
Asimismo, destacó que la búsqueda de la plena comunión entre todos los bautizados sigue siendo una prioridad fundamental para la Iglesia Católica. Recalcó que esta tarea forma parte esencial de su misión como Obispo de Roma, “cuyo papel específico a nivel de Iglesia universal consiste en estar al servicio de todos para construir y preservar la comunión y la unidad".
En su último discurso antes de partir de Turquía, León XIV enumeró los tres desafíos comunes que actualmente enfrentan las iglesias.
Ante el escenario de conflictos mundial, el primer desafío es la construcción de la paz: según consideró, católicos y ortodoxos están llamados a ser constructores de paz.
El segundo desafío común que señaló León XIV es la crisis ecológica, la cual requiere “una conversión espiritual, personal y comunitaria, para cambiar de rumbo y salvaguardar la creación”.
Por último, el tercer desafío que enumeró el Pontífice es el “uso responsible” de las nuevas tecnologías. “Católicos y ortodoxos deben trabajar juntos para promover un uso responsable de ellas, al servicio del desarrollo integral de las personas, y una accesibilidad universal, para que tales beneficios no queden reservados a un pequeño número de personas y a los intereses de unos pocos privilegiados”, concluyó.