

La decisión de Biden, aunque se anticipaba desde hace días, llega después de que el veterano mandatario, de 81 años, se viera sometido a semanas de presiones a todos los niveles desde su propia formación y de los donantes para tirar la toalla. Y esas presiones, que se dispararon después de que su desastrosa actuación en el debate del 27 de junio frente a Trump globalizara las dudas sobre sus capacidades físicas y cognitivas que desde hace tiempo mostraban muchos votantes, se han probado insuperables.
— Joe Biden (@JoeBiden) July 21, 2024
“Creo que es en el mejor interés de mi partido y del país que me retire y me concentre únicamente en cumplir mis deberes como Presidente durante el resto de mi mandato”, dice Biden en la carta, dirigida a sus “compatriotas estadounidenses” y en la que anuncia que se dirigirá a la nación para explicar su decisión más adelante esta semana.
27 minutos después, Biden colgaba otro mensaje en su cuenta de X (Twitter) en el que mostraba su "total apoyo y respaldo" a la vicepresidenta Kamala Harris para que sea la nominada del partido. "Es hora de unirse y ganar a Trump. Hagámoslo", escribía Biden, que definía a Harris como una "socia extraordinaria".
My fellow Democrats, I have decided not to accept the nomination and to focus all my energies on my duties as President for the remainder of my term. My very first decision as the party nominee in 2020 was to pick Kamala Harris as my Vice President. And it’s been the best… pic.twitter.com/x8DnvuImJV
— Joe Biden (@JoeBiden) July 21, 2024
Nunca antes un presidente estadounidense que buscaba la reelección se había retirado de la carrera tan cerca de las elecciones. Y en las primarias 14 millones de votantes le dieron su voto a Biden, que acumuló más del 90% de los cerca de 4.000 delegados. Aunque muchos podrían seguir su guía y dar el respaldo a Harris en la convención que tendrá lugar entre el 19 y el 22 de agosto en Chicago, cómo se desarrolla el proceso hasta entonces, si aparecen nuevos candidatos e incluso el desarrollo de la convención están plagados por la incertidumbre. Algunas voces en el partido quieren alejar la imagen antidemocrática de una coronación de Harris, pero otras voces también alertan de los peligros que representaría retar el ascenso de la vicepresidenta, la primera mujer y de color que llega al cargo.
En las últimas semanas a Biden se le ha recordado que no puede cambiar las percepciones públicas sobre su frágil estado y las dudas sobre sus capacidades físicas y cognitivas, dudas que se reflejaban en encuestas. En una de ellas, un 65% de los demócratas aseguraban que no estaba capacitado para continuar. Son preocupaciones que ya latían desde hace mucho tiempo entre votantes demócratas pero se extendieron a prácticamente todo el partido, y el país, tras la desastrosa actuación de Biden en el debate con Trump el 27 de junio.
Fue el pasado 17 de julio cuando el mandatario estadounidense abrió por primera vez la puerta a renunciar a su candidatura, pero solo si los médicos le diagnosticaban un problema grave de salud. A las pocas horas de haber dicho esto en una entrevista, Biden cancelaba su agenda porque había contraído el covid. En paralelo, algunas informaciones apuntaban a que, tras semanas de cerrazón y desafío, en las que se ha envuelto en su propio empecinamiento y en una armadura creada por su familia y sus aliados y estrategas más cercanos, Biden empezaba a estar "más receptivo" a escuchar los argumentos de quienes le instaban a abandonar.
Como parte de este cambio, el presidente también se avenía a estudiar las encuestas que retrataban el precipicio electoral por el que amenaza con empujar al partido, e incluso habría preguntado por las opciones que tendría Harris en un hipotético duelo electoral con Trump. La vicepresidenta es considerada el relevo natural y de consenso de Biden pese al perfil bajo que ha mostrado durante este mandato.